Foto: Montejo

El Sr. Montejo cuyo nombre no recuerdo ya que a una edad muy corta por motivos que no vienen al caso  dejé de verle y esto hace más de 40 años. Debo decir en justicia que este hombre además de fotógrafo, -el único que había en la zona- era relojero.  Pero esto no es lo más importante que deseo decir de esta persona, lo verdaderamente importante, es que era en aquel entonces un GRAN ARTISTA, con una sesibilidad que sólo algunas personas poseen, y éste era una de esas. Sus fotos en blanco y negro por que la tecnología aún no había avanzado lo suficiente, ni falta que le hacía a él, eran de una calidad artística única en aquel tiempo. Buscaba al ángulo adecuado y la luz óptima y el momento justo para sacar una imagen que hablaba por sí sóla. Sus fotos que abundan en muchas casas eran pura iniciativa  suya. La presente  fue así,   pidió permiso a los personajes,  disparó su objetivo y he aquí el resultado. Sabía captar el momento, y tenía una visión fuera de lo común.Una delicadeza y una finura en el trato personal  tan agradable que por sí misma destacaba. Yo era un niño y sólo con observarle me daba cuenta que aquella persona tenía algo distinto al resto de los conocidos. No sé si aún vive, de ser así podría tener 80 años  aproximadamente. De cualquier manera considero justo este comentario plenamente merecido. Doy gracias a esta persona por los recuerdos que a través de su objetivo, nos ha dejado a los que nos interesa observar la evolución de la vida.

También en nuestra tierra se utilizaron las vacas para tirar del carro, y del arado.

En esta imagen se puede ver a dos  vecinos de Santo Tomé sobre el carro,  -Santos Palomares y su sobrino- que utilizaron cuatro de estos animales para tirar y asi ayudar en las labores del campo. Se les utilizó a las vacas para arar en algunas ocasiones, si bien la mayoría de casos se utilizaban los mulos por su fortaleza y resistencia.Esta imagen alrededor de los años 60 escasamente es bastante explícita, y asimismo poco común que en aquella época se fotografiasen actos como este.

Ver comentario a Santos Palomares, (un personaje que forma arte de la historia de nuestro pueblo tal como ha sido) en la foto titulada "la plaza del olivo" 

Texto: Santos Lozano Sánchz

Festividad de San Isidro en 1952

Foto: Revista de San Isidro fiestas de La Virgen de los Remedios.

Foto: Revista de Santo Tomé

EL MARRANO DE SAN ANTÓN

Texto:

En la primavera era costumbre echar a las calles un cerdo paqueño, se le cortaba las orejas y el rabo.

Segundo que así se llamaba el hombre que pregonaba las cosas que ocurrían en el pueblo , anunciaba que el cerdo salía a la calle y decía el nombre de la persona que lo había donado.

El cerdo estaba todo el día en las calles que eran empedradas y de tierra. La gente del pueblo solía darle de comer y beber y nadie lomaltrataba. 

En los portalillos donde está la Caja de Granada, era donde dormía el cerdo, aquella calle era de tierra y había una fuente con dos caños y un pilar para beber agua, las caballeriza del pueblo.

Con el agua y la tierra se hacía un barrizal y  se refrescaba el cerdo de los calores del verano.

Cuando era el tiempo de  las matanzas se hacía una rifa y todo el pueblo compraba papeletas.

Con el dinero de la rifa se hacía una fiesta y se sacaba en procesión al santo y en la noche, las luminarias, tradición  que desgraciadamente se ha ido perdiendo...

Los donantes principales del cerdo eran la Marta, muy conocida en el pueblo, Chanzas, Sarapio, Fabriciano, el Chico Pazica.

Los encargados de matarlo eran  el Marqués,  Vicente Angulo, y Gil Gómez Plaza que era el ayudante de los matarifes.

Tradición recordada por nuestros vecinos:

Maruja Marín Martos y Gil Gómez Reyes.

Foto: Revista de Santo Tomé

Este es el primer equipaje o indumentaria deportiva  que recuerdo de un equipo de fútbol en Santo tomé. Año 1967/68 Creo recordar que la camiseta era blanquiazul y el pantalón azul, la medias azules con franja blanca, (qué más da)  y las botas.. ¡ay las botas!.

Se jugaban los partidos en la era que había sobre las escuelas, donde se celebraran los festejos, como el tiro al plato que es  uno de los que mejor recuerdo. En ese lugar habían dos eras o lo que es lo mismo dos campos de fútbol en toda regla, ya que con dos piedras de portería (virtual)  y sin marcación de rayas era suficiente para descargar y quemar la adrenalina, y llenar nuestro organismo de endorfinas produciéndonos un estado de placidez que sumado a la juventud y vitalidad te hacían flotar de bienestar.

Lo importante era participar y ser por un instante protagonista de un evento poco habitual.Como también era muy loable poder subir a la era para ver y formar parte de un gentío plantado en  ( la grada) el cerro que había sobre la era  amplia, cuyo nombre (creo que se llamaba la de  Enrique) no recuerdo bien ni  me preocupa en este momento.

Nosotros no éramos conscientes, de lo que significa vivir en un mar de auteridad, pero nuestros padres,  sí que  lo sabían bien. Se merecían un momumento, por saber sufrir y padecer  en silencio. Nunca tendré suficientes palabras para reconocer en su justa medida el valor de su excepcional comportamiento por trabajar por su proyecto; en pro una vida diferente a la que  a ellos les había tocado vivir.

Éramos el silencioso y esperanzador proyecto, de una nueva generación. 

En todas las generaciones debe pasar lo mismo o algo parecido, pero las circunstancias, el decorado,  cambia el panorama y acentúa o disminuye el efecto.   

Foto: Revista de Santo tomé 

Calle Central de Santo Tome. Carretera de Cazorla.

Ma atrevería a decir que sobre el año 1960 ajuzgar por lo que se ve.

Hay corriente eléctrica en las casas, y como signo de modernización aparece un camión por la calle. Podría tratarse e un Barreiros o un Ebro.

Eje transversal que atraviesa la población de norte a sur. Desde la carretera de Villacarrilo hasta la salida a la carretera de Cazorla.

Santo Tomé en estos años de austeridad, ya tenían alumbrado público ý agua en las casas. La vida del campesino o labriego iba evolucionando tímidamente, cultivando sus propias cosechas en una agricultura minifundista, que daba realemente poca producción, pero la suficiente para permitir una subsistencia ciertamente austera. En comparación  con los tiempos pretéritos no muy lejanos, algo se veía cambiar tímidamente en el panorama socioeconómico.

En estos años una gran cantidad de vecinos que vivían en la  sierra o en las  aldeas de las lomas y cortijos, aislados de la sociedad urbana, y de los servicios más indispensables como la medicina, la farmacia, el comercio, y la educación de los jóvenes,  trasladaron su residencia a  las poblaciones más cercanas, como es el caso de esta población, donde encontraron una vida más cómoda y de mayor calidad.