• Foto: Manolo García

    La Semana Santa en Santo Tomé tiene una importacia capital dentro de su ámbito  religioso que comulga  inexorablemente  con el cultural y tradicional.

    En ella se desarrollan varios actos litúrgicos que emanan del proceso de la misma según el Nuevo Testamento, en relación a la pasión  muerte y resurrección de Jesús.

    La Virgen viste de luto por el apresamiento, crucifixión y   muerte de  su hijo durante tres días, y al cuarto tras la Resurrección, cambia el manto  vistiendo uno blanco, y corre por las calles del pueblo en busca del Resucitado, con la colaboración  de san Juan que la ayuda a encontrarlo.

    El momento del encuentro de la Virgen María, Jesús y San Juan,  previas  sucesivas vertiginosas carreras por las calles que discurren en medio de un silencio inquietante y casi pertubador   y un derroche de emoción entre el gentío que no quiere perderse la representación;  los jóvenes ágiles y vigorosos  costaleros hacen gala de una maestría en este acto convirtiéndolo en  pura emoción, óyéndose a veces  en alguna calle adyacente el atenuado  y espaciado  y sobrecogedor sonido del tambor que se hace eco de la tristeza en el alma de la madre que aún no puede creer que su hijo al que vio morir en la cruz,  esté vivo.

    Esta representación de la Semana Santa  en Santo Tomé arraigada en su costumbre y tradición, pone un sello de singularidad y autenticidad que sólo los tomeseños saben expresar con la fuerza necesaria como para conseguir que el pueblo vibre de emoción y exprese sus sentimientos con silencios donde el resuello puede percibirse; y saltar de alegría, aplaudir y gritar enfervorizadamente en el momento del esperado Encuentro de la Virgen, Jesús y San Juan.

     


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    Procesiones de Semana Santa en Santo Tomé.

    La procesión de la Virgen con manto negro  por la calle de Las Palmeras.

     


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  • Foto: Antonio Lozano

    Procesiones de Semana Santa en Santo Tomé.


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  • Foto: Manolo García 

    San Juan y la Virgen en la procesión de Semana Santa.


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  • San Juan

    San Juan busca a la Virgen para comunicarle que su hijo ha resucitado.

    La Semana Santa en Santo Tomé tiene una importacia capital dentro de su ámbito  religioso que comulga  inexorable con el cultural y tradicional.

    En ella se desarrollan varios actos litúrgicos que emanan del proceso de la misma según el Nuevo Testamento, en función de la pasión  muerte y resurrección de Jesús.

    La Virgen viste de luto por el apresamiento, crucifixión y   muerte de  su hijo durante tres días, y al cuarto tras la Resurrección, cambia el manto  vistiendo uno blanco, y corre por las calles del pueblo en busca del Resucitado, con la colaboración  de san Juan que la ayuda a encontrarlo.

    El momento del encuentro de la Virgen María, Jesús y San Juan,  previas  sucesivas vertiginosas carreras por las calles que discurren en medio de un silencio inquietante y casi pertubador   y un derroche de emoción entre el gentío que no quiere perderse la representación;  los jóvenes ágiles y vigorosos  costaleros hacen gala de una maestría en este acto convirtiéndolo en  pura emoción, óyéndose a veces  en alguna calle adyacente el atenuado  y espaciado sonido del tambor que se hace eco de la tristeza en el alma de la madre que aún no puede creer que su hijo al que vio morir en la cruz,  esté vivo.

    Esta representación de la Semana Santa  en Santo Tomé arraigada en su costumbre y tradición, pone un sello de singularidad y autenticidad que sólo los tomeseños saben expresar con la fuerza necesaria como para conseguir que el pueblo vibre de emoción y exprese sus sentimientos con silencios donde el resuello puede percibirse; y saltar de alegría, aplaudir y gritar enfervorizadamente en el momento del esperado Encuentro de la Virgen, Jesús y San Juan.

     


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