• San Isidro Romería

    votre commentaire
  • La trilla

    Autor de la fotografía: Antonio Ceacero Hernández
    Autor del texto: Santos Lozano Sánchez
    LA TRILLA
    A lo lejos desde el cantón de las últimas casas del pueblo, se divisa la figura de un hombre con su mulo en la seca explanada, de forma redonda, donde ha ido esparciendo los haces de la  mies, deshaciendo las gavillas, y posteriormente con la horca de cuatro  puntiagudos y macizos dientes de madera de cerezo, bajo el aplastante sol de la canícula,  ataviado con camisa de manga larga, pantalón ancho albarcas abiertas, y protegida la cabeza con un sombrero de paja, frecuentemente con un pañuelo que cubre su nuca, (todo para evitar los rayos solares capaces de quemar la piel al menor descuido) que   sujetado a la barbilla por un cordel fino, aún siendo las primeras horas de la mañana, ese hombre,   tenaz y fuerte como el medio donde se desenvuelve,  deambula de un lado a otro de la era, preparando los arreos para arremeter en la seca y áspera tarea de la trilla, mientras su bestia, amarrada con cuerda larga a una estaca clavada en el suelo, aprovecha para segar con sus dientes y comer las  puntas de las hierbas, unas verdes y las más, pajizas y secas por el calor,  que tiene a su alcance.
    Ya están extendidos los haces, está formada la parva, con un grosor de casi un metro de altura a veces más.
    El  campesino se dirige a su compañero ( el mulo ) de trabajo, y hablando en tono suave con él, lo arrea hasta la parva, situándose en el centro y dándole rienda larga hasta el confín de la mies, y    dirigiéndole entonces un par de voces como si de un director de trabajos armonizados en grupo se tratase, y  soltando dos latigazos al aire al tiempo que le enseña la vara, el animal da un salto y empieza a caminar entre las gavillas desmenuzadas, y empiezan  a moverse en rotación circular ambos, una y otra y otra vuelta, hasta que poco a poco  tras largo tiempo con el crujir incesante de las cañas secas del cereal y bajo el seco calor que da testimonio de un día radiante, claro  y lleno de colorido iluminado por  una de luz casi cegadora, la gran cantidad de cañas secas de las espigas, van bajando de altura, y empiezan a asomar  algunos planos ligeramente aplastados en la superficie y dar forma a  la parva.
    Entonces el campesino, para el ajetreado girar, y dejando al animal descansar, se dirige al exterior de la era, y con un leve esfuerzo, toma una plataforma de madera en forma de espátula, geométricamente casi rectangular, y en la base, una serie de   cuchillas metálicas con borde  afilado incrustadas en la parte inferior de la plataforma en sentido longitudinal,  y le engancha al animal este útil de trillar, desde las anillas de la camaleja a las cuerdas que penden del horcajo (anterroyo) que lleva en su cruz  y nuevamente a una orden del bravo campesino, el animal inicia los giros en la misma forma que antes, arrastrando y peinando la mies en su girar continuo, dirigido por desde el centro de la parva. A base de girar y girar,  el grosor de  ésta va bajando y ha llegado el momento de cambiar nuevamente de útil de trilla y poner el rulo, conformado por múltiples ruedas  metálicas con bordes puntiagudos sobre varios ejes (cuatro o cinco) que enclavados a la base de la plataforma de madera, sobre la que se ha adaptado una silla, con asiento trenzado de cordel, se inicia una vez enganchado éste en la  misma camaleja, que el anterior,   la tercera fase de la trilla, siendo al principio más complicado que las ruedas del rulo se desplacen con uniformidad,  por lo irregular aún de la parva produciéndose con cierta frecuencia un arrollamiento, que impide que las ruedas dentadas del  rulo giren como es preceptivo, con lo que el campesino para al animal, y con ímpetu aparta el rulo de la zona arrollada, y extendiéndola más o menos uniformemente con la horca, tras dar un grito de nuevo a su  compañero de fatigas, continúan con  la trilla.
    Como se ha conseguido bajar considerablemente el grosor de la  parva, tras los preceptivos descansos, ha llegado el momento de subirse al rulo y desde el asiento, dirigir al animal en su labor de caminar dando vueltas en la era, trabajo que se consigue que no le resulte mareante, por las anteojeras que en la jáquima se le han colocado, para que su vista siempre mire al frente. Entre sesión y sesión de trilla, el tenaz campesino, saca de la era el animal y el rulo, y con decisión empieza a "volver la parva", con la horca al  principio y luego la pala plana, moviéndola con donaire y destreza en movimientos acompasados de sus poderosos brazos  y piernas, como si de una danza se tratase, que hacen que las cañas que han quedado solapadas y sin moler salgan a la superficie,   y así paulatinamente, se va consiguiendo con paciencia y  horas de fatigoso trabajo, reducir a su mínima expresión los haces de los cereales,  que se trillan.
    Generalmente este hombre necesitará de un par de días para dejar bien molidas aquellas descargas de haces que segó urdió, cargó trajinó y extendió sobre la era.
    En estas labores tendrá la colaboración de su mujer  y de sus hijos, que siendo bien pequeños saltarán de aquí para allá, ayudando en labores más leves como barrer y recoger las espigas que    saltan fuera del ámbito de la parva, y también participarán los padres del matrimonio, haciendo de esta tarea  casi un ritual,  de donde una vez aventado (ablentado,  en el argot local) y separado el grano de la paja, y tras pasarlo por la criba y el arnero,  la paja  será depositada en el pajar y el mulo tendrá comida para todo el invierno,  las granzas se dejaran aparte y el grano será  envasado y llevado a los "atrojes" de la casa, situados en el  piso de arriba generalmente, o bien será canjeado por vales de pan en el molino, lo que nos asegurará pan para el resto del año. El dueño de la era recibirá también lo acordado por el alquiler de la instalación, en forma de  costal/es del cereal  que se trille.
    Una vez  concluida esta labor, aquel hombre sentía la agradable sensación del deber cumplido, y secándose el sudor de su frente, mirando al cielo limpio y azul, daba un paso al frente con el ánimo contento, y preparado para la siguiente tarea. 
    Al final de la jornada en la taberna se reúnen los labradores, hombres de campo, integrados en la naturaleza de una forma directa y viva, y junto a unos vasos de vino blanco, se enzarzarán en amenas y entretenidas tertulias donde saldrán a la luz hazañas y proezas de todo tipo, unas veces llenas de realidad, y otras de fantasía, como si de un capítulo del Quijote se tratase, explicadas con una locuacidad y firmeza impropias de un labriego, que a mi me dejaban perplejo, al contemplar  la escena, que al mismo tiempo me divertía por lo pintoresca, atractiva y divertida que me resultaba, pues a veces seguía el discurso de uno u otro interlocutor, y me resultaba realmente agradable y distraído. Recuerdo ese  momento  de un modo dulce y tierno, al contemplar a aquellos hombres  divagando de forma muy expresiva sobre temas tan diversos y desconocidos para mí entonces que atraían  mi curiosidad, de niño, al tiempo que en el lugar jugaba a las  bolas con cualquier vecino. Estoy situado mentalmente en la puerta del Bar de María la  Quira, y su marido Pepe el de la Barja, que tenían en la plazuela que hay en la carretera de Peal.
    Esta página tenía lugar allá por los años sesenta, y la conservo guardada en mi memoria con mucho cariño, y he aprovechado esta ocasión para exponerla y rendir un entrañable  y merecido  homenaje al campesino de nuestra tierra,  abnegado,  tenaz, responsable, y fiel a sus obligaciones y responsabilidades, al que siempre he admirado, por haber sabido estar  a la altura,  no conocer la derrota y hacer frente  de forma valiente  a las adversidades y echarse el sufrimiento a la espalda, y seguir caminando  hacia delante.
    ¡ Qué orgullo ! Hoy  ya no se dan estas circunstancias  ya que la máquinaria ha sustituído la mano del hombre en casi la totalidad de las tareas del campo. Son nuevos tiempos y nuevas situaciones, el tiempo dirá si mejores o peores.

     
    Santos Lozano Sánchez
    Barcelona 29-08-2011

     

     

    Le BATTAGE
    À  lui loin depuis le canton des dernières maisons du l  peuple, on aperçoit la figure d'un homme avec son mulet dans l'esplanade sèche, de manière ronde, où les a dispersés fais de la mies, en défaisant les gerbes, et postérieurement avec la horca de quatre pointues et solides dents de bois, sous la chaleur del déconcertante par mois de juillet, vettu avec chemise de longue douille, large pantalon albarcas ouvertes, et protégée la tête avec un chapeau de paille, tenu au menton par une corde fine, même en étant les premières heures du matin, cet homme de petite stature tenace y  à un autre  de elle il était, en préparant ce qui est des chosses pour commencer dans la tâche sèche et rugueuse du battage, tandis que sa bête, amarrée avec longue corde à un pieu cloué dans le sol, profite pour faucher avec ses dents et manger les pointes des herbes, quelquesson vertes et les plus jaune paille et sèches par la chaleur, qui a à sa portée. Sont déjà étendue les fais, est formée la pile, avec une grosseur presque d'un mètre de hauteur. Le paysan s'adresse à son compagnon (le mulet) de travail, et en parlant en ton lisse avec lui, ce qui est arrea jusqu'à la pile, en se situant dans le centre et en lui donnant longue rêne jusqu'au bord de la mies, et en lui adressant alors une paire de voix comme si d'un directeur de travaux harmonisés en groupe il était traité, et en détachant deux latigazos à l'air tandis qu'il lui enseigne la brindille, l'animal donne un saut et il commence à marcher entre les gerbes émiettées, et commencent à se déplacer en rotation circulaire tous les deux, un et une autre et un autre retour, jusqu'à ce que peu à peu après long temps et sous la chaleur sèche qui de coloré et d'une de lumière presque cegadora, la grande quantité de cannes sèches des épis, baissent de hauteur, et commencent à montrer quelques plans légèrement dans la surface de la pile. Alors le paysan, pour ce qui est occupé tourner, et en laissant à l'animal reposer, se adresse à l'extérieur de de elle était, et avec un effort léger, prend une plate-forme de bois sous forme de spatule, géométriquement rectangulaire, et dans la base, une série de lames métalliques avec bord légèrement aiguisé marquetées dans la partie inférieure de la plate-forme en sens longitudinal, et l'accroche cet utile de trillar, depuis les anneaux de la camaleja aux cordes qui pendent du horcajo (anterroyo) que l'animal porte où il finit son fort col, et commence la poitrine, et récemment à un ordre du paysan courageux, l'animal entame les virements tourner je continue, dirigé par son propriétaire depuis le centre de la pile. Sur base de tourner et tourner, la grosseur de de celle-ci baisse et est arrivé le moment de changer récemment de d'utile de battage et mettre le rulo, conformé par de multiples roues métalliques des bords pointus sur plusieurs axes (quatre ou cinq) qui cloués à la base de la plate-forme de bois, sur laquelle s'est adaptée une chaise, avec siège tressé de corde, on entame une fois celui-ci accroché dans la même camaleja, que celui précédent, la troisième phase du battage, étant au principe le plus compliqué qui les roues du rulo se déplacent avec régularité, par ce qui est irrégulier encore de l'étage où écrasent ou en trillando le que les roues découpées du rulo tournent comme il est obligatoire, ce pourquoi le paysan arrête à l'animal, et avec élan il sépare le rulo de la zone enroulée, et en l'étendant plus ou moins uniformément avec la horca, après avoir donné un cri de nouveau à son compagnon de fatigues, ils continúan le battage. Comme on est parvenu à baisser considérablement la grosseur de la pile, est arrivé le moment de monter au rulo et depuis le siège, diriger à l'animal dans sa tâche de marcher en donnant des retours dans elle il était, travail qui on obtient que ne s'avère pas mareante, par ce qui est anteojeras que dans la jáquima lui on a placé, pour que sa vue surveille toujours à l'avant. Entre session et session de battage, le paysan tenace, extraction d' elle était l'animal et le rulo, et avec décision commence à retourner la pile, avec la horca au principe et ensuite la pelle plate, en la déplaçant avec donaire et habileté dans des mouvements acompasados ses bras puissants et de jambes, comme si d'une danse il était traité, qui font que les cannes qui ont été dissimulées et sans moudre sortent à la surface, et ainsi progressivement, on obtient avec patience et heures de travail fatigoso, réduire à son expression minimale tu les fais les céréales, de fèves ou de pois chiches, que se ils. Généralement cet homme aura besoin d'une paire de jours pour laisser bien broyées ces décharges de fais qu'il a fauché il a lancé, il a chargé trajinó et a étendu sur elle il était. Dans ces tâches il aura la collaboration de sa femme et de ses fils, qui en étant bien petits sauteront d'ici pour là, en aidant dans des tâches plus légères comme balayer et reprendre les épis qui sautent hors du cadre de la pile, et ils prendront part aussi les pères du mariage, en faisant de cette tâche presqu'un cérémonial, d'où une fois ablentado et séparée le grain de la paille, et après l'avoir passé par le tamis et ce qui est arnero, par la paille sera déposée dans l'étable et le mulet aura du repas pour tout l'hiver, et le grain sera empaqueté et sera porté aux atrojes de la maison, situés dans l'étage de d'en haut généralement para dans le moulin, ce qui nous assurera pain pour le reste de l'année. Le propriétaire de de elle était recevra aussi ce qui était décidé par le loyer de l'installation, sous forme de costal/il est blé, d'orge, ou ce qui se. Une fois conclue cette tâche, cet homme sentait la sensation agréable du devoir accompli, et en étant séché la sueur de son avant, surveillant au ciel propre et bleu, faisait un pas à l'avant avec l'esprit heureux, et préparé pour la tâche suivante. À la fin de la journée dans la taverne les agriculteurs, les hommes de domaine se réunissent, intégrés dans la nature d'une manière directe et vive, et avec des verres de vin blanc, se ils dans agréables et entretenues réunions entre amis où sortiront à la lumière des exploits et des proezas de tout type, des fois pleines de réalité, et d'autres de fantaisie, comme si d'un chapitre du Quijote il était traité, expliquées avec une locuacidad et une fermeté impropres d'un labriego, qu'à mon ils me laissaient perplexe, en considérant la scène, qui en même temps m'amusait par pittoresque, attrayante et amusante ce qui me résultait, parce qu'il suivait parfois et distrait. Je rappelle ce moment d'une manière douce et tendre, en considérant à ces hommes en divaguant de manière très expressive sur les matières tellement diverses et inconnues pour mo'alors qu'ils attiraient ma curiosité, d'enfant, tandis que dans le lieu il jouait aux boules avec tout voisin. Suis située mentalement dans la porte de la Barre de María la Quira, et son mari Pepe celui de la Barja, celui qu'ils avaient dans la plazuela qu'il y a dans la route de Peal. Cette page avait lieu là pour les années soixante, et je la conserve gardée dans ma mémoire avec beaucoup d'affection, et j'ai profité de cette occasion pour l'exposer et rendre un entraînerable et mérité hommage le paysan de notre terre, dévoué, tenace, responsable, et le fidèle ses obligations et à responsabilités, à auquel j'ai toujours admiré, pour avoir su être à la hauteur, ne pas connaître la défaite et faire face de manière courageuse aux adversités et jeter la souffrance au dos, et la continuer à marcher vers l'avant. Quelle fierté ! _ !
    Saints Lozano Sánchez 29-08-2.006

     


    votre commentaire
  • Virgen de los Remedios

    votre commentaire
  • Foto : Revista de Santo Tomé

     

    Clase de doña Teresa 1962.

    En esos años los niños iban a una clase y las niñas a otra.

    He aquí una imagen representativa.

     

     


    votre commentaire


    Suivre le flux RSS des articles de cette rubrique
    Suivre le flux RSS des commentaires de cette rubrique